Friday, September 25, 2015

Amor a primer "chateo"


Ah! , las redes sociales.  Esa herramienta tan particular que ha llegado a ser tanto una bendición como una maldición para nosotros los dinosaurios del siglo XX.
Hoy nuestros hijos ya nacen con el “chip” integrado y mientras ellos “twitean”, “facebookean” y hasta “blogean”, nosotros estamos aquí, luchando con la vida y las circunstancias para que ellos no se den por enterados que nosotros, no tenemos ni la menor idea de lo que está pasando a nuestro alrededor.
Tomemos por ejemplo el “chateo” ya no tan popular pues se ha visto reemplazado por el “texteo”, pero para efectos de familiaridad, utilicemos el bien conocido ejemplo del chateo.
Los dinosaurios del siglo XX recordaran que hasta hace relativamente poco tiempo para nosotros, la forma convencional para aumentar las probabilidades de conocer esa alma gemela era un “discoparty”, la discoteca, la iglesia o un amigo de un amigo. Finalmente, nos convertimos en forjadores del futuro cuando entramos a la red de internet y comenzamos a navegar por el espacio cibernético.
“Ay mísero de mí”, como diría Segismundo, ¡que equivocados estábamos! No nos convertimos en forjadores del futuro, yo diría que más bien nos convertimos en machucadores del ayer.  Y así tratando de portarnos como gente “cool”, empezamos nuestra peregrinación a un mundo nuevo, desconocido y difícil de entender.
Entonces comenzamos a “chatear” y ya la vida no fue igual.  Salíamos corriendo de la universidad o el trabajo para encerrarnos con aquellas computadoras gigantescas a conocer gente interesante y triunfadora que ponían sus mejores perfiles a la disposición de nosotros para compartir y entablar conversaciones. 
Debo confesar que conocí a mi príncipe azul o alma gemela por lo menos una veintena de veces.  Y es que a fin de cuentas el papel aguanta todo lo que tú le escribes, bueno en este caso es la computadora la que aguanta.
Y es que en tan novedosa moda del “chateo”, herramienta que podíamos utilizar para expandir nuestros horizontes, lo que expandimos fue nuestra locura al pretender encontrar la pareja ideal, nada más y nada menos que por internet.  En esa carrera contra el tiempo, olvidamos por completo que de la misma forma que maquillábamos nuestra verdad, del otro lado del monitor la persona que chateaba con nosotros hacía lo mismo.  De manera que esos príncipes azules que parecían de puro cuento eran eso mismo, puro cuento.
¿Que para que les cuento?  Simple, para que no caigan de lo que no son.  Ayer era el “chateo”, hoy el “texteo”, pero no importa el nombre que le pongamos ni cuan enterradas podamos tener nuestras narices en el aparato, nada mejor que una buena conversación cara a cara.  

No comments:

Post a Comment