Wednesday, September 2, 2015

El "bucket list" que ignoramos



Muchas veces la vida nos presenta situaciones y nos sentamos a escribir un “bucket list” o lista de las cosas que queremos hacer antes de morir.  Sin embargo, estamos tan ensimismados en lo que queremos hacer que no nos damos cuenta de lo que ya hicimos y de cosas que a menudo disfrutamos y que pasan desapercibidas.
Bien lo dicen por ahí, el pasado no vuelve, el futuro es incierto, por lo tanto, el presente es lo que importa. 
¿Por qué digo todo esto?  Es que últimamente me encuentro reflexionando sobre mi vida y todo lo que me sucede.  A veces siento que no he logrado alcanzar mis metas y eso me pone triste.  Siento que la vida se va poco a poco y cada vez es menos el tiempo que me queda para borrar todos los asuntos pendientes de ese “bucket list”.
No veo mal la idea de tener un “bucket list”, siempre y cuando estemos enfocados en lograr cada una de las metas y actividades que ahí escribimos, porque si solo las apuntamos y vemos las cosas como un sueño lejano, entonces no es un “bucket list”, es más bien una lista de sueños que no piensas cumplir.
Hace unos días mientras hablaba con una amiga de muchos años, me di cuenta de que aunque este no es un momento ideal en mi vida, debo estar siempre contenta y agradecida a Dios porque mi “bucket list” está casi completado.
No sé exactamente cuando fue que crecí y me convertí en una adulta que necesita un “bucket list”, a fin de cuentas, todos sabemos que tarde o temprano vamos a “kick the bucket” o como diríamos en buen español “estirar la pata.”
Pero esto no es para poner triste a nadie, al contrario, esto es para analizar las cosas maravillosas que hacemos día a día y que nos pasan de frente sin darnos cuenta.
Yo vivo, respiro y siento todos los días de mi vida. En mi juventud disfruté y estudié primero la escuela superior y luego la universidad.
He visitado lugares que nunca tuve planeado ver.
He conocido gente hermosa que me ha hecho crecer.
Quería rescatar y rescaté.  Quería ver nacer y vi.  Quería cantar y canté.  Quería escribir y escribí.  Quería viajar y viajé.  Quería amar y amé. Quería que me amaran y me amaron.

Entonces ¿qué me queda ahora de mi “bucket list”?  Eso es fácil, me queda toda una vida para vivir y amar.  Entre las cosas que me quedan por hacer está, por supuesto, ver mis hijas crecer y seguir creciendo yo como ser humano.  Sin embargo, al final del camino, sé que la vida es hermosa y el “bucket list” se vive, no se escribe.

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